miércoles, 14 de junio de 2017

Pienso, digo, hago.


La objetivo está claro: Que lo que pienso, lo que digo y lo que hago sean lo mismo. O al menos se asemejen.

¿Cómo? Basicamente diciendo lo que quiero, y diciendo que no si no lo quiero. Cambiando de opinión y pasando del blanco al negro porque si, porque me da la gana y porque yo lo valgo. Dejando de pensar que los demás lo saben todo, de dar por sentadas las cosas. Preguntando.

Si quiero un beso, un abrazo, tiempo, espacio, sexo, lo pido. Se terminó el 'me da igual' si se que no lo quiero.

Pero ojo, es peligroso porque corremos el riesgo de que nos digan que no. Pero lo acepto.
Se acabó el darle vueltas a las cosas, el intentar adivinar porque desapareciste y porque de repente has vuelto, se acabo el lanzar indirectas al vacío, el imaginar, el preguntar a otros por ti. Se acabo el esperar a que tu llames.

Si quieres algo dímelo, yo si lo quiero.


1 comentario:

  1. Después de las leyes de la robótica de Asimov esto es pura declaración de principios... sin ciencia ficción. Pura vida.

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